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"Arquitectura, cuerpo e indumentaria: catarsis, ritual de unción y embalsamamiento” de David Latorre en Galería Antonia Puyó

 

 "Arquitectura, cuerpo e indumentaria: catarsis, ritual de unción y embalsamamiento” David Latorre

Hasta el 31 octubre en Galería Antonia Puyó. C/Madre Sacramento 31. Zaragoza

 

El cuerpo está presente. Semíramis González

Como continuación del proyecto que inició hace ya más de dos años, David Latorre presenta "Arquitectura, cuerpo e indumentaria: catarsis, ritual de unción y embalsamamiento” en la galería Antonia Puyó, profundizando en algunas cuestiones que apuntaba ya antes y que lleva ahora a sus máximas posibilidades; una de ellas es el absoluto protagonismo que la naturaleza acaba teniendo en las obras, saliendo incluso del formato y rompiendo el esquema de la imagen para apropiarse del espacio físico real de la galería, convirtiendo al público en un agente que se introduce en este nueva esfera, construida pero también natural, y que funciona como una cápsula de tiempo detenido, inmóvil, contemplativo. Este aspecto temporal y sensorial del trabajo de Latorre se palpa en todas las obras dispuestas en la galería, donde se genera también una tensión entre elementos industriales de dureza física y visual (como el pladur, la fibra o el hormigón), con otros blandos o frágiles como las toallas, el vidrio y las tejas, o la tierra y las flores.  

En una reminiscencia romántica traída al presente, Latorre recurre a esa naturaleza salvaje que tanto apasionaba a los románticos en el XIX y que tenía, a la vez, algo de huella humana. Esa eterna dicotomía entre lo salvaje, lo natural y lo civilizado, se encauza aquí a través de unas obras cuya carga performativa es evidente. Es precisamente esa arquitectura la huella humana que Latorre deja entrever en las obras y que ha tomado el protagonismo absoluto de las escenas. Destaca el historiador José Miguel G. Cortés en su libro “Experiencias urbanas entre el arte y la arquitectura” la importancia de esa arquitectura que subvierte la norma del cuerpo, que juega con espacios laberínticos y que cuestiona las formas geométricas a favor de una arquitectura que sitúe al cuerpo, lo invite a moverse con ella, a darle entidad a los espacios a través del sentido corporal que estos tienen. Son espacios creados para lo corporal, para convertir el gesto físico y la presencia en elementos fundamentales de su dimensión arquitectónica.

Precisamente en el rito, el gesto y la ontología misma de lo natural y la representación de esta a través de lo artístico es donde Latorre se detiene, para destacar un proyecto que traza posibilidades hacia el público, último agente en interactuar con los elementos que el artista presenta. Se trata de una exposición concebida a modo de lugar donde entrar y detenerse, una especie de cápsula del tiempo donde lo que construido, destruido y reelaborado se presentan en la misma secuencia de tiempo. Una exposición donde dejarse el cuerpo.