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Doble inauguración en la Galería JM

Galería JM

Marcos Barrientos: "Interludio. La pintura como escenario de sí"

Chema Cobo: "Dreams hope, drums dope"

Inauguración: 13 de diciembre a las 20:00

Hasta el 14 de  febrero de 2020

Marcos Barrientos: "INTERLUDIO. La pintura como escenario de sí"

Este proyecto puede definirse como una investigación en torno a la problemática del cuadro como mecanismo de comunicación de sentido a través de todas las retóricas barrocas y neobarrocas, y cómo éstas se relacionan con las estrategias de des-reconocimiento de la imagen moderna. Partiendo de una plena autoconsciencia del medio, se trata de provocar la paradoja en la representación y devolver la mirada hacia el soporte y su materia redundando en toda una dialéctica del ver.

Es por esto, que si este proyecto esboza algún principio de tesis es la relación que se establece entre las obras pictóricas del S XVI y XVII y las estrategias de depaysement que toman las imágenes modernas. Ambas retuercen, con sus estrategias propias, la paradoja entre el cuadro como “instrumento de comunicación de sentido” y el cuadro como objeto que trata de imponerse mediante la fisicidad de la propia pintura como medio.

Es clave esta idea de des-reconocimiento como el momento de la experiencia estética donde perdemos el referente y nos situamos sin intermediarios frente a la imagen. Rubert de Ventos (Barcelona, 1939) comenta a este respecto que “El placer estético empieza únicamente cuando a aquel reconocimiento sigue un nuevo desconcierto —un des-reconocimiento, por así decir. Y dura sólo mientras se nos han averiado las ideas hechas y no hemos tenido tiempo aún de repararlas: cuando la experiencia nos ha pillado a contrapié, nos hace perder el equilibrio, y caemos una vez más de bruces sobre las cosas o las obras que teníamos por más conocidas”[2]

Las obras que aquí presento se centran en las mismas problemáticas de la imagen que surgen en el barroco. Fernando Castro (Plasencia, 1955) escribe acerca de Chema Cobo (Tarifa, 1952) que “El espacio barroco difiere al máximo de la comunicación de sentido gracias a un dispositivo contradictorio de myse-en-scene (puesta en escena), a una multiplicidad de lecturas que revela el espejo de la ambigüedad, caracterizada por la superabundacia y el desperdicio.” [3]

Cuando hablamos de puesta en escena nos referimos a la construcción de una representación, una elaboración de sentido. La problemática, ya antigua, que planteo en este proyecto se remite al carácter dual de la pintura como ilusión y como presencia de sí. Es a partir de esta conjunción donde trato de generar poéticas, teniendo siempre como eje temático la mirada y el cuestionamiento del papel de la ficción.


Chema Cobo: "Dreams hope, drums dope"

Absurdo, apocalíptico, divertido y demoledor al mismo tiempo. Todo a partes iguales, y por encima de todo, hermético. Contradictorio y clarividente -permítaseme el oxímoron- tiñe su trabajo de cierto humor negro y perversión, un chiste fuera de lugar y sobre el que no sabemos si reír o callar. Siempre descoloca.

Nos referimos a Chema Cobo, uno de los artistas españoles más irreverentes y ácratas. Integrante de la Nueva Figuración Madrileña de los 70, su trabajo –irónico, ácido y sobre todo libre de cualquier atadura– parte de presupuestos conceptuales, y utiliza la pintura, el dibujo y la escultura para canalizar sus intereses sobre la historia y las problemáticas de la representación. Su obra forma parte de museos y colecciones públicas como el CAAC Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla), el CAC Malaga, The Metropolitan  Museum of Art (Nueva York), MNCARS Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (Madrid) o Museum of Contemporary Art (Chicago), entre otros.

Lo grotesco, la crueldad de un sistema sin empatía, la hostilidad hacia la libertad, la identidad como suma de ficciones de un hipotético “yo” nos evoca directamente el universo del artista. Aquí sobre todo encontramos preguntas y dudas, pues no resuelve problemas… los crea. Ya hablaba Oscar Wilde de la sutil belleza de la duda y lo apasionante de ésta, y así parece entenderlo también Chema Cobo. No se somete al procedimiento ni a la técnica, simplemente los utiliza a su antojo. Del mismo modo que se ha sentido siempre más cercano a bibliotecas que a museos, también ha estado más cercano al concepto que a la pintura, por eso no tenemos ante nosotros -aunque así lo parezca- a un “pintor-pintor”. Nos engaña, finge serlo. No es un pintor al uso, es un fingidor -idea que extrajo de Pessoa-, que finge ser pintor. La verdad es simple, la mentira creativa; quizás por eso Diógenes falsificaba monedas o quizás por eso el pintor es un fingidor y se disfraza como el camaleón, se camufla como el ventrílocuo, imita como el loro, te copia como el espejo… y elige al Joker como maestro de ceremonias. Un “loco” -quizás un alter ego- al que está permitido todo. No vamos a desvelar ningún misterio, su obra es incómoda, tanto como una verdad que hiere, así que no pretendas que te seduzca. O no al menos en tu primera visita. Sus soluciones formales no están a la moda y su trabajo, lleno de trampas, es árido y quizás distante. Pero algo sucede cuando dejas de mirarlo, como por arte de magia las imágenes que habías visto vuelven a aparecer, una y otra vez. Y así, esa gran farsa, esa gran ilusión llamada pintura se presenta de nuevo ante nosotros cuando ya no está.