Ester Pegueroles Castellet presenta "A la fila 7" en la Galería Cànem

Con la serie A la fila 7 Ester Pegueroles (Castelló 1970) continúa su indagación en lo que podríamos definir como una tipología de la fotografía. Si en su trabajo anterior dejaba constancia de la distancia existente entre la evocación nostálgica y las imágenes que ella había fotografiado en los paisajes descritos por diferentes personas, ahora, sitúa su cámara en la fila 7 de distintos teatros. Por su distancia con el escenario, esta fila guarda para algunos espectadores, el carácter simbólico de un lugar único desde donde entregarse al disfrute voyerista y, al tiempo, protegerse de cualquier ruptura de la cuarta pared. De este modo, si los presidiarios de la serie anterior rememoraban un lugar que les había marcado en el pasado, aquí, la artista nos habla de otro tipo de prisiones, las de aquellos espectadores necesitados de ficciones que les resarzan de la cotidianidad. En ambos, la soledad y el deseo de evasión generan una confluencia que nos permite interpretar esta nueva serie como un paso adelante, en una obra marcada por la intimidad y su carácter «político». Proyectos cuyo punto de partida han sido; microhistorias de reclusos, vencidos de guerras o “espectadores” anónimos. En todos ellos, destaca el trato pudoroso con el que han sido abordados, renunciado a lo obvio en beneficio de la metáfora.

En la serie de fotografías que componen A la fila 7, planea la presencia ausente de actores y espectadores. Poblada de escenarios fotografiados horas antes de la función, las distintas escenografías, instadas e iluminadas, cobran un papel protagonista frente a su destino funcional en el argumento de la obra. De ahí la relevancia de la imagen del patio de butacas vacío, bañado por una luz cenital, demandante de la presencia de público. Sin los actores y los espectadores, estas escenografías carecen de propósito, pero es entonces cuando, a través del objetivo de la cámara, el protagonismo lo ocupa la imagen congelada de las mismas, dando lugar a unas fotografías que requieren de otro tipo de público y de otros espacios que las acojan. A través de esta transposición de roles, la serie deja al descubierto las potencialidades y carencias que acompañan toda creación artística. De ahí que, A la fila 7 nos permite reflexionar acerca de la creación de la imagen, de la función del teatro, del papel del artista, del nuestro como espectadores en relación con el lugar que pretendemos o anhelamos ocupar y el que finalmente ocupamos, de las fotografías necesitadas de que alguien las descubra, las contemple, las admire o desdeñe. Pero más allá de todo ello, Pegueroles sigue pergeñando una obra acerca de la ausencia, de la necesidad de reconocimiento y finalmente de la soledad que nos ampara.

JF. Fandos Cànem