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EXPOSICIÓN “ATELIER ARMENTEIRA. LEOPOLDO NÓVOA”

Del 23 de febrero al 16 de abril

 

El Centro Cultural Marcos Valcarcel de la Diputación de Ourense  reúne desde el pasado 23 de febrero y hasta  el 16 de abril, una exposición homenaje  en el quinto aniversario del fallecimiento de Leopoldo Nóvoa  ocurrido en París, el 23 de febrero do 2012

 

Un total de 19 obras entre lienzos y obra gráfica realizadas entre los años 1993 e 2012 ( incluyendo su último cuadro pintado ) en su estudio de Armenteira (Pontevedra).

El taller, el atelier  ese lugar donde un artista desenvuelve su trabajo,  y por extensión, gran parte da su vida, solemos identificarlo como un espacio capaz de transmitir toda la energía de quien es su ocupante cotidiano. De ahí valor testimonial, la importancia que ese refugio tiene para los que queremos profundizar en la soledad, la meditación y la reflexión que marcan el trabajo cotidiano de cualquier creador en su estudio. Esa cierta magía de un lugar que incita  a observar y leer muchas claves  se condensa sin ninguna duda, en el taller, en el atelier de Leopoldo Nóvoa en Armenteira.

 

Cinco años después de su fallecimiento, ocurrido el 23 de febrero del 2012 en Paris, la obra de Nóvoa  sigue siendo una fuente de energía creadora, acumulada en ese estudio de Armenteira, ahora vacío de su presencia. Una obra que no perdió un ápice de a su fuerza como testimonio del mundo conflictivo, duro y perverso que nos rodea, pero plena de la poesía y elegancia de quien la concibió.

 

Hijo de padre uruguayo, un diplomático exiliado en plena guerra civil española, Leopoldo abandono su Galicia natal en 1938 para establecerse en Montevideo. Tras unos inicios figurativos, su obra se basa ya en un vocabulario abstracto cada vez más desarrollado y profundo. En esta etapa latinoamericana va a acometer la realización de una de sus obras para un espacio público más relevante,  EL MURAL DEL CERRO (Montevideo 1960-1963) donde la utilización de los materiales de desecho como escorias y chatarras de fundición, le sirven para expresar su visión en clave metafórica del caos y la descomposición que observa a su alrededor.

 

Este mural tendrá su continuidad conceptual en una de las intervenciones de arte pública más interesantes de las realizadas en Galicia durante las últimas décadas EL MURAL DE LA CANTERA  ( A Coruña, 1989) concebido con la misma vocación conceptual y espacial, así como del empleo de materiales.

 

En 1965 se instala en París, conectando con el ambiente intelectual latinoamericano de esta ciudad cosmopolita. Allí conoce a Cortazar, Julio le Parc, Tomasello, un grupo de intelectuales y artistas con los que compartirá inquietudes creativas.

 

En 1979 su estudio, su atelier parisino sufre un incendio que lo arrasara totalmente, destruyendo las más de 2000 obras allí almacenadas. De toda su historia anterior  apenas quedará nada, de la aniquilación y el desastre, sólo la ceniza, el único testimonio que utilizará para volver a inventarse a sus casi sesenta años. Y será  en un nuevo atelier en Galicia, en Armenteria la casa-taller que construirá en 1983 su amigo el arquitecto Celestino Garcia-Braña donde Nóvoa encontrará el camino para renacer desde las cenizas.

 

Nóvoa comienza a pintar sin descanso, observando la ceniza y convirtiéndola en su principal aliado, la base de una pintura que ya  no abandonará. Una pintura blanca, negra, sobria, austera creada a partir de la materia, el espacio y la luz, que logra la belleza más compleja, aquella que se consigue con lo aparentemente más simple.  Una obra en la que los limites espaciales están cada vez más diluidos, las superficies planas de los cuadros adquieren volumen a través de los relieves, pero sobre todo por la inclusión de materias como pequeñas cuerdas, collages, clavos…que tendrán total protagonismo.

 

Dentro de los muros de su casa-atelier de Armenteira, a la que regreso cada verano desde los años ochenta hasta su fallecimiento  hace cinco anos, Leopoldo Nóvoa sigue reinando en un mundo de luz e espacio  en el que podría decirse que él y las cenizas con  las que construye sus obras llegaron a  la simbiosis perfecta. En ningún lugar como en ese espacio monacal se entiende a un artista tan extraordinario como él.