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Exposición homenaje a Miguel Villanueva comisariado por Francisco Porto.

 

Comisario: Francisco Porto (Latamuda Arte Contemporáneo)

Lugar: Museo Manuel Torres de Marín.  Marín (Pontevedra)

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El Museo Manuel Torres de Marín acoge por cuarto año consecutivo el homenaje a un artista local. En esta edición se han seleccionado los trabajos de Miguel Villanueva (Marín, Pontevedra, 1959) por su trayectoria como pintor, músico y activista cultural, conocedor de la cultura de Marín y del resto de la comunidad gallega.

El año pasado empezamos esta serie de homenajes con “No son mis espinas las que me defienden” de Celeste Garrido (Marín, Pontevedra, 1972).

Este año y, mostrando la interdisciplinariedad de los artistas de Marín, tomamos el trabajo de Miguel Villanueva, artista que nos habla de la materia y las formas bajo una estructura contemporánea. Miguel Villanueva nos devuelve al placer estético del objeto, siendo la contemplación del mismo la que provoca los diferentes resultados en el espectador según sus experiencias previas.

A través de La estructura atómica de la materia, Villanueva nos muestra una serie de trabajos que se alejan de las composiciones figurativas, llevándonos al campo de la abstracción. Aunque en alguna de sus obras deja entrever sutilmente algunos elementos táctiles. Sus obras se estructuran plenamente en una superposición de capas. Este juego de capas proyecta en el espectador un acercamiento para contemplar como unos elementos extraídos de la naturaleza a base de colas, pegamentos, masillas, etc.,  constituyen cada una de sus piezas. Como señala Humbero Farias de Carvalho en B8 Bólide Vidro 2 de Hélio Oiticica: procedimientos técnicos y materiales en la conservación de arte contemporáneo: es en los detalles de los propósitos artísticos donde se comprende el porqué de los materiales y de los objetos apropiados por el artista, cargados de valor semántico y simbólico. Por esta razón es importante examinar y comprender el objeto de arte en su conjunto, en las materialidades y en los sentidos”.

Son los detalles y el empleo de estos diferentes materiales con la pintura la marca en cada uno de sus trabajos. Estos cuadros matéricos describen al mismo tiempo al propio artista. Capas que vienen rebozadas de música, radio, lecturas, etc. Procesos que van acompañados en el día a día del artista. Un lenguaje llevado a la plenitud de la interconexión matérica dando lugar al objeto. Un objeto que lleva consigo una parte industrializadora y constructora combinada con los diferentes pigmentos que para cada una de ellas utiliza. Desde los azules viajamos a los ocres estableciendo un paralelismo con la propia comarca del Morrazo. Un viaje en dorna por la ría de Pontevedra para llegar a los puntos montañosos más altos y poder ver los mantos que la cubren.

Miguel Villanueva se siente más interesado en la fórmula experimental y autodidacta a través de la que llega a la pintura, reviviendo, una y otra vez, en cada una de sus piezas, un sistema formal-creativo en el que el propio hacer le lleva a cada una de sus creaciones. La metamorfosis de la materia con la que Villanueva trabaja diariamente modifica la intención y el discurso estético de sus piezas convirtiendo el proceso en un ir y devenir de ideas, materiales, experiencias, etc. Estas obras constituyen el conjunto de La estructura atómica de la materia. La muestra dialoga a través de tres espacios contiguos en los que el espectador navega de uno a otro encontrando su origen: la esencia de cada una de las materias que dan forma a las obras, mostrando un diálogo interior entre la materia, el artista y el público.

En conexión con su pintura, las chapas metalizadas muestran su comprensión hacia los materiales, llevados a sus formas más maleables. Cada una de estas chapas es una extensión de su pintura, que convierte en tridimensional y en la que la fuerza estética tiene un gran valor. Estas piezas escultóricas contraponen la idea de la materia, usando elementos ligeros de larga durabilidad en contraposición a los elementos pesados de durabilidad efímera que utiliza en sus pinturas.

Bajo esta idea del tiempo y de materia se estructura su obra. Espacios atemporales de momentos procesuales ya transcurridos se reflejan en la materia propiamente dicha, materia que se va degradando con el paso del tiempo, manufacturada por los lugares de tránsito en los que se produce para configurarse en diferentes diálogos. Como indica Rosario Llamas-Pacheco en El artista contemporáneo ante la transformación de su obra. El paso del tiempo y su efecto sobre la significación de la materia:

La materia forma parte de la obra de arte contemporáneo, al menos, en la mayoría de los casos. Los artistas concretan sus creaciones haciendo uso de cualquier tipo de material artístico que esté a su alcance. Cada artista dota a esta materia, seleccionada y manipulada por él mismo, de unas connotaciones semánticas específicas. Sin embargo, el paso del tiempo tendrá su efecto sobre los acabados superficiales y los matices cromáticos; en ocasiones, la materia pobre y perecedera, se transformará rápidamente”

Las piezas se presentan en formato rectangular, desprovistas de cualquier marco capaz de endulzar la tosquedad de las mismas. La totalidad de sus formas dialoga entre sí consiguiendo que la estructura atómica de la materia se deconstruya a lo largo del “espacio blanco” para dirigir al espectador hacia un “espacio contemplativo” lleno de materiales y formas.

Miguel Villanueva en La Estructura Atómica de la Materia se aleja de los aspectos estéticos y de las convenciones formalistas para aventurarse en un proceso combinatorio en el que se mezclan cantidades de materiales con el fin de llegar a un objetivo común, a una concepción híbrida de la pintura y la escultura: la materia como lo sublime dentro de la obra de arte.

Francisco Porto