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La Galería Siboney expone "Ornato y tierra" de JOSÉ LUIS MAZARÍO

GALERÍA SIBONEY

Hasta 7 de noviembre de 2017

DE MARTES A SÁBADO DE 12 A 14 HORAS Y DE 18,00 A 21,00 HORAS

SANTA LUCÍA, 49. 39003 SANTANDER. CANTABRIA

En el año 1999, con motivo de su primera muestra en la Galería Estampa de Madrid, Guillermo Solana escribió que la pintura de Mazarío “reflejaba una personal poética de la intimidad, sus cuadros hablan de la vida lenta, del tiempo que se desliza casi imperceptible sobre las cosas”. Casi 20 años más tarde se podría mantener este párrafo en cualquier texto que hable de la pintura de Mazarío, porque es un artista con unas inquietudes y una creatividad que permanecen ligadas a una materia muy concreta, a una “argamasa pictórica” selecta, y que continúa desgranado con el paso del tiempo.

Como citaba Lorenzo Olivan en el texto para su exposición “Caos y memoria” de 2008, Mazarío hace buena, una famosa frase del Morandi: “nada es más abstracto que el mundo visible”. Continúa Olivan “Es ése un elemento, creo yo, indispensable para entender esta obra y que está, de muy diversas maneras y en muy distintos grados, en los ejemplos de arte que más admiro: en los bisontes de Altamira, en Las meninas o Las hilanderas de Velázquez, en el Padre Carrión de Zurbarán que hay en el Monasterio de Guadalupe, en La mujer con una balanza de Vermeer, en el Perro enterrado en la arena de Goya, en Lluvia, vapor y velocidad de Turner, pero también en lo más poderoso de Mark Rothko, de Edward Hopper o de Sean Scully”.

“Ornato y tierra” es una exposición en muchos aspectos complementaria de la realizada en el Centro del Faro Cabo Mayor, -y que está a punto de clausurarse-, y que bajo el título de “Caer en la cuenta”, cuya característica es que las obras están pintadas al natural y en los alrededores del mismo Faro, en las que se contemplan distintas vistas dominadas por las distintas luces del día y de la noche, mientras que por el contrario, en la galería Siboney nos vamos a encontrar un repertorio de registros artísticos en tan sólo 28 metros cuadrados. Escultura en piedra arenisca, dibujos y terracotas, que conviven y nos ayudan a conocer el trabajo de un artista, en cuya pintura, el color toma el mando absoluto y se independiza.