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Gema Llamazares. Antón Patiño, "Laberintos líquidos", en Galería Gema Llamazares.

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Hasta el 30 de Mayo de 2015, en Espacio 1, Galería Gema Llamazares: Calle del Instituto, 23, 33201, Gijón.

La pintura de Antón Patiño crea equilibrios entre límite y materia, color y representación, gesto y sedimentación… Cada accidente en la superficie es elocuente. El relato pictórico postula una amalgama sensorial, un ámbito de experimentación que fusiona elementos abstractos y esquemáticas presencias figurativas (sugeridas casi como vestigios). Una dialéctica abstracción/figuración que se manifiesta como eje decisivo. Como si el pintor se mantuviera en el filo de esa virtual antinomia, creando una complementariedad estilística en el vórtice de ese encuentro. El contrapunto de la brillante transparencia del barniz aparece como salpicado aleatorio, reverberación parcial que introduce una ambigüedad en la superficie. Se manifiesta una propuesta pictórica caracterizada por el vitalismo y una pronunciada fluidez del gesto. Para Antón Patiño la pintura es un hecho físico y poético simultáneamente (según escribe en su personal ensayo titulado “Geometría líquida”). Dípticos y collages con la presencia de un magma negro, denso y compacto, hecho con pigmentos naturales. Vaivén visual y vacío pleno, un juego intersticial con alas, rostros, ánforas, sillas solitarias, el perfil de algún animal… Un vocabulario personal que nos lleva de la naturaleza como energía expandida a la inscripción dramática de las mareas negras. Bruma poética de grises que interpelan al paisaje. El azul oceánico como sugerencia de las distancias marinas. Con el ultramar aflora al mismo tiempo la presencia del blanco como gesto de luz, vibración dinámica, plenitud abierta. Respiración silenciosa de un color activo. Siluetas humanas como las de “Homo mensura” o “Pesanervios” articulan una determinada escala existencial. Expresan una pauta humana. El mundo urbano como macla. Evocaciones constructivas de volúmenes proliferantes. Espacios y símbolos. Sugerentes cartografías indómitas. Constelaciones nocturnas con su urdimbre cromática palpitante. Grafismos lineales que se entrecruzan. El pintor traza su peculiar tela de araña, lanza su red de capturar símbolos vitales. Tramas espontáneas y texturas sugerentes, inventario de orografías y protuberancias, surgen trazos y relieves inesperados en la piel del cuadro . Itinerarios, sedimentos, estratos… Hábitats cromáticos que evocan una espontaneidad orgánica. La escritura de los árboles como nervios en el aire, marañas que se entrecruzan, con la insinuación de laberintos fragmentarios consolidando una determinada tensión creativa. Cada cuadro tiene algo de virtual palimpsesto personal de raigambre originaria. El poeta José Ángel Valente en una semblanza dijo: “Antón Patiño sin duda conoce el compromiso real con el arte, que solo puede ser a través de un diálogo inédito con la memoria”.

Daniel Moreda