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Twin Gallery presenta: "Perderse en los bosques"

Comisariada por Cristina Anglada

Elena Bajo - Pedro Torres - Mónica Mays
Inauguración 20 de enero, de 19.00 a 21.30
Del 20 de enero al 26 de febrero de 2022

Miércoles a viernes de 17.00 a 20.00
Sábados de 11.30 a 14.00

 

“Perderse en los bosques es el título de una exposición en la que se ponen en relación algunas obras recientes de los artistas Elena Bajo, Mónica Mays y Pedro Torres. Se trata de trabajos desarrollados a partir de detalladas pero laxas investigaciones en torno al mundo vegetal y las diversas relaciones que hemos mantenido con él, a la vez que despliegan historias que aspiran a trazar otros modos de existencia posibles.

Mónica me compartió la lectura de un capítulo de la obra de Jack Halberstam Wild Things, The disorder of desire en la que se habla del término Bewilderment, el cual ha sido clave a la hora de dar forma a esta colectiva. Un concepto que surge de nociones precoloniales en relación a la orientación y navegación en el espacio. Habla de la sensación inmersiva de estar perdido, fundido en otros sistemas espacio-temporales, estar fuera del conocimiento convencional. En su raíz, por supuesto, se encuentra la palabra wild: salvaje, utilizada para hablar de lo otro, lo no cultivado. Se trata de algo que a su vez conecta con formas de conocimiento más ligadas al amplio concepto de lo mágico, aquel que va de lo encantador a lo escalofriante. Un concepto fascinante que nos sitúa en una deriva, un merodeo a partir del cual nos alejamos del camino convencional para perdernos en recovecos y senderos alternativos. La desorientación se asume como punto de partida.

En este mismo capítulo, el autor menciona otro texto cuyo título es también Bewilderment, de la poeta Fanny Howe, la cual habla del término desde un punto de vista tanto poético como ético en su relación con el lenguaje y la capacidad mágica de crear mundos a través de él. La palabra spell significa tanto deletrear/escribir como hechizo. Donna Haraway escribió en su momento la introducción del texto de Ursula K. Le Guin que lleva por título The carrier Bag Theory of Fiction, en donde insistía en la idea de que “importa qué mundos hacen mundos, qué mundos hacen historias". Las obras de esta exposición intentan rescatar historias invisibilizadas, silenciadas y con ellas crear nuevos marcos epistemológicos más relacionados con lo mágico, lo vegetal y lo espiritual.
 

Pedro Torres acude a los helechos para desplegar una narrativa en varios formatos y superposiciones, en los que las propiedades mágicas de las plantas y la combinación de tiempos e historias se ponen en relación. Rescata unas leyendas que hablaban de ciertas prácticas asociadas a la brujería en la Edad Media en las que se usaba el té o semillas de helecho para lograr la invisibilidad. Recupera la idea mística de la planta y la influencia que en determinados momentos ha tenido en la vida humana. A su vez, la contrapone a los modos en los que el colonialismo ha lidiado tradicionalmente con lo vegetal, principalmente a través de los herbarios y los Jardines Botánicos, en su caso, ejemplificados con las láminas de la colección de José Celestino Mutis.

Monica Mays presenta dos piezas con el tulipán como protagonista. Forest & Shade ii, iii (2021) son bordados de seda en forma de edredón en clave onírica y neobarroca que juegan a subvertir las diversas iconografías que ha asumido el tulipán a lo largo de los siglos. Mays toma como punto de partida una historia real, económico-social, un fenómeno acaecido en el siglo XVII, llamado tulipomanía, la primera burbuja especulativa de la historia. Dicha flor se convirtió en una moneda de cambio intercontinental. Con ello, comenzaron a mutar en forma y color, surgiendo los denominados "tulipanes rotos". La otra pieza, de suelo, titulada Bed, Unsayings (2020), está compuesta de objetos domésticos descartados, tulipanes en latón forjado e impresiones botánicas en seda vertiendo lana de oveja cruda, donde las formas domésticas sugieren un paisaje animista. Con estos trabajos, Mónica encarna las historias vernáculas asociadas a dichos objetos y materiales, muchas veces transmitidos oralmente y con las que a la vez propone una investigación de mitologías europeas pre-patriarcales.

Elena Bajo presenta fragmentos de su último trabajo en proceso Una Ola Creciente Rompe en la Orilla del Tiempo (Mañana Yo fui una Planta), un proyecto de investigación en el que propone a las plantas medicinales como las narradoras de su historia. Partiendo de plantas de la flora medicinal autóctona de Madrid, y fuentes etnográficas, arqueo-botánicas ancestrales, cosmologías y mitologías prehistóricas de la zona y la colaboración de entidades variadas, el proyecto se materializa en una serie de coreografías, elementos materiales y textuales. Las cerámicas y los cuadros actúan a modo de gestos pictóricos y proponen a su vez una relación con el cuerpo tanto el humano (performers como instrumento de canalización de la amapola del opio con la ingesta en micro dosis de la propia adormidera) como el de la planta: el textil ha sido realizado usando la tejedora Jacquard loom con hilos de algodón impregnados con partes del cuerpo de la planta. Se trata de un proceso artístico autogenerado que sigue una trayectoria fractal no sólo en el espacio sino en el tiempo (tiempo profundo), hallazgos fósiles que contemplan simultáneamente la historia y el futuro del Universo.

Desde la Ilustración, los filósofos occidentales han concebido una idea de la Naturaleza grandiosa y pasiva que el hombre se ha empeñado en dominar y controlar. Una actitud que a su vez nos ha traído a una situación de tal desastre que no sabemos siquiera si la vida en la Tierra puede continuar. La naturaleza servía de telón de fondo para hablar de cuestiones morales del hombre. Solo los narradores de cuentos y fábulas se atrevieron a hablar de las relaciones y actividades entre los seres, humanos y no humanos. Surge la necesidad de recuperar estas historias y poner los cuidados de estas relaciones en el centro.

Bajo, Mays y Torres comparten con autores como Michael Marder, Mónica Gagliano, Anna Lowenhaupt Tsing, o Emanuele Coccia un interés renovado por estudiar las relaciones entre especies eliminando la necesidad de poner al hombre en el centro. Sentimos la urgencia de replantearnos nuestro modo de estar en el mundo e intentar deshacer el desaguisado que hemos montado, empezando por un cambio de perspectiva y asumir una posición ecológica, es decir, una que atienda las relaciones entre todos los seres vivos de manera completa, trazando con ello las múltiples historias existentes, no solo las humanas o las de los animales (Jakob von Uexküll), sino también mirando a las grandes olvidadas: las plantas, para, tal vez de ellas aprender algo.

Emmanuel Coccia en La Vida de las Plantas: una metafísica de la mixtura, describe la vida vegetal como la forma más paradigmática del estar en el mundo, un modo en el que todo se mezcla (sol, agua, viento, tierra, … ). Las plantas no pueden disociar objetos ni materia, se funden con el mundo y su vida es una interminable contemplación del cosmos. Es interesante acudir a sus modos de ser para pensar una alternativa posible al sistema capitalista en el que nos enmarcamos. Como indica Michael Marder, nuestro modo de conseguir energía es extractivo, destructor y acumulativo, sin embargo, las plantas cubren la tierra pero no la dominan ni la conquistan; su modelo es resistente y flexible, basado en una arquitectura colaborativa, sin centro de mando y profundamente adaptativa. La energía proviene tanto de abajo (tierra-raíces) como de arriba (sol), y siempre devuelve más de lo que toma, nunca acumula y actúan casi como canales de intercambio de energía.

Perderse en el bosque es una exposición que propone adentrarnos en una polifonía temporal de historias con las que ampliar imaginativamente otras posibilidades de pensar nuestra manera de estar en el mundo”.