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Última semana para visitar la exposición de Nacho Martín Silva en Josédelafuente

 

 

Galería Josédelafuente

Nacho Martín Silva | Tirar del hilo hasta quedar ciego

13 MAY - 8 JUL 

Tue - Sat / mar- sab: 12:00 - 14:00, 18:00 - 21:00

Tirar del hilo hasta quedar ciego, la última muestra de Nacho Martín Silva, se acoge a la posibilidad de generar un conocimiento intuitivo a través de la combinación de iconografías simultáneas. Las indagaciones del artista en acontecimientos disidentes, historias fronterizas y universos narrativos heterogéneos cohabitan con una exploración de las implicaciones culturales, sociales e ideológicas que vinculan al ser humano con la periferia de su identidad canónica.

Para aclarar las cosas, vayamos a un ejemplo preclaro: la gran instalación pictórica que centra esta exposición se sustrae a la presión de una interpretación monolítica, autorreferente y reductora. Su investigación se realiza a través de un universo estético en blancos, grises y negros, que recopila imágenes extraídas de diversas fuentes: pinturas, libros, revistas, periódicos, fotografías, películas, videos y archivos digitales. El artista indaga por tanto en las posibilidades que le ofrece la actual sociedad de la información, esa segunda era de la sospecha capaz de crear realidades globales a partir de la ficciones locales y que, en palabras de Ignacio Ramonet, se basa «en la convicción de que el sistema de información no es fiable, que tiene fallos, que da pruebas de incompetencia y que puede –a veces a pesar suyo– presentar enormes mentiras como verdades. De ahí la inquietud de los ciudadanos»[1].

Este inventario de imágenes es asumido por Nacho Martín Silva a través de diversos registros técnicos: vinilos, impresiones sobre papel fotográfico y, sobre todo, su propia factura pictórica, inconfundible pero también oscilante entre el mero apunte, la carnalidad del óleo y el preciosismo del detalle. Una variedad de recursos materiales, complementarios y antagónicos, que nos adelanta una de las claves esenciales de esta instalación: su dramaturgia se basa, esencialmente, en una organización compositiva de conflictos técnicos e iconográficos que desestabiliza toda relación complaciente con el espectador.

La posible unidad de la obra se va demorando con los entresijos de un relato multifocal que deambula, sin ser exhaustivos, a través de Antonioni, Degas, Leonardo, el Sputnik, la cara oculta de la luna o los hombres invisibles del Amazonas. En la rasgadura que nace del cruce entre lo fantástico y lo real comparece siempre la angustia, ese delirio que Freud definiría a través de la idea de lo siniestro, tras la lectura del cuento de E.T.A. Hoffmann El hombre de arena, y que remite al retorno de lo reprimido y de lo extrañamente familiar pero que también guarda relación con el pánico ante la posibilidad de perder los ojos. El propio título de la exposición de Martín Silva acoge esta terrible posibilidad, no tanto en un sentido literal –verse cegado– como en el metafórico que implicaría la conclusión de toda posibilidad interpretativa de cualquier artefacto cultural.

En 1923, cuatro años más tarde de que Freud redactara Lo Siniestro, el director de cine ruso Sergei M. Eisenstein publicaba su ensayo Montaje de atracciones. En sus páginas, describe su propuesta de montaje cinematográfico como un mecanismo de producción de significados correlacionales, surgidos por el encuentro u oposición de los elementos, las formas y proporciones, contenidas entre dos imágenes expuestas de manera contigua. En la instalación de Martín Silva late una poética similar, basada en la operatividad de la colisión como resorte narrativo: trabaja el contraste, el enfrentamiento, la síncopa y el conflicto, para hacer brotar la tensión, la intensificación y, sobre todo, la propagación de múltiples sentidos que se fabrican directamente ante nuestra mirada. En definitiva, la obra de Martín Silva busca funcionar como eficaz antídoto contra la ceguera.

CARLOS DELGADO MAYORDOMO

[1] RAMONET, I.  La tiranía de la comunicación. Debate, Madrid, 1998, p. 192