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Víctor Solanas-Díaz presenta "Out of Neither" en la Galería Antonia Puyó

Galería Antonia Puyó

Del 19 de septiembre al 2 de noviembre de 2019

 

 

Antonia Puyó tiene el placer de presentar la segunda muestra individual de Víctor Solanas-Díaz en su galería. Bajo el título genérico Out of Neither, con el que el artista viene trabajando durante los últimos años, incluye una intervención arquitectónica inmersiva construida en base a la cinta comercial de advertencia amarillo-negra de diseño diagonal.

La galería es un cubo blanco y neutro sobre el que los artistas inscribirían la singularidad de sus trabajos. Solanas-Díaz rechaza este punto de partida figura/fondo, obra/pared, soporte/objeto, y reelabora los presupuestos de la vieja pintura mural, que es a la vez forma sobre el muro, pero también reflexión y transformación de la arquitectura que la acoge. La pared y sus accidentes se transforman entonces en figura continua, ininterrumpida, obviando cualquier fondo que lo aísle o lo realce; en la lógica del all over de Pollock, pero no cortado por borde del formato cuadro, sino extendido o amplificado al contexto arquitectónico, como tiras de papel pintado que se repiten indefinidamente sobre el muro. En esa prolongación del objeto cuadro que se expande genética y combinatoriamente en su contexto reside la matriz minimalista del trabajo de Solanas-Díaz.

                Pero hay otro aspecto no menos crucial para definir esta intervención en el espacio de Antonia Puyó: el material pictórico  —cinta amarilla-negra de advertencia—  es ready made, es pincelada “ya hecha”; es la herramienta que emplea el artista para referirse a la demarcación del espacio y sobre todo para evitar el temblor del gesto pictórico subjetivo. En una de sus mordaces boutades, Marcel Duchamp señaló que los pintores impresionistas también hacían ready made, pues empleaban tubos de color “ya preparados” industrialmente. El sistema de color y el balance de claroscuro están también preparados en la cinta, de manera que el artista parte de unas reglas precisas y cerradas con las que analizar y dinamizar el espacio de la galería. El material parte de una matriz dibujística, cinta de 5 cm de ancho  —en Daniel Buren eran 8’7—  que por acumulación se convierte en plano pictórico y también en su refutación. En un juego de matriz manierista, el artista introduce algunos pequeños cuadros autónomos en el interior de ese flujo visual indiferenciado, para cerrar el circuito de la repetición y la diferencia, lo perceptible y lo invisible, lo material y lo incorpóreo, adoptando la estrategia del camuflaje: el insecto palo sobre el lecho de hojas muertas en el bosque, el cocodrilo convertido en viejo tronco que flota a la deriva. 

                Por medio de imperceptibles maniobras de diseño  —semejantes a los desfases del tempo musical de Steve Reich— lo transforma en una superficie ópticamente activa y espacialmente ambigua: la planitud del material en bruto contrasta poderosamente con la fluctuación perceptiva desequilibrante obtenida en el conjunto: trampas perceptivas para atraer y atrapar al espectador.

El arte óptico siempre se pretendió democrático en el sentido de un ojo que participa en las ficciones de la representación. Las paredes de la galería desaparecen en la vibración controlada de la cinta diagonal, formando un magma visual indefinido y desequilibrante, como el señuelo cromático y formal de los ocelos de la mariposa frente a su depredador. El sistema de dibujo se atiene a un orden matemático de progresión o reducción del intervalo: es el ritmo del milímetro reducido o ampliado. Como cualquier cazador, Víctor Solanas-Díaz muestra el señuelo a la vez que lo disimula. El artista parte de una señalética ya construida para imaginar un lugar totalmente diferente: el espacio expositivo queda radicalmente transformado, irreconocible, fluctuante, atravesado por una dinámica y un balanceo de profundidades que lo convierten en un espacio otro. Solo el suelo y el techo de la sala parecen dar descanso a ese ojo voraz e interrumpen momentáneamente la trampa de la representación: seguimos en Zaragoza.

 

-Francisco Javier San Martín