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Asunción Lozano en el Instituto de América. Centro Damián Bayón de Granada: Idéntica, similar, parecida, igual

Del 20 de enero al 8 de marzo de 2011.

Ante el problema de definir al sujeto en cuanto a sus cualidades específicas, se nos plantea la cuestión de conocer de antemano quienes participan en esa construcción. La biología, el contexto geográfico, la historia, la memoria colectiva, son elementos que modelan los imaginarios, pero, ¿Cómo tratar de desvelar la identidad de un individuo?. ¿Con qué intención y cuales son, en última instancia las razones de ese interés por dar forma a lo que probablemente es inaprensible?. Podemos considerar al individuo como un continente que nos remite a un contenido, para lo cual hay que intentar desvelar sus múltiples significados, o bien podemos entender su dependencia con el espacio, para lo que necesitaremos analizar su incursión, sus desplazamientos y sus trayectos. Pero, ¿cómo ejercer nuest ro papel de observadores y de observados?. Es necesario deconstruir la idea de una trama única. Las perspectivas son múltiples y como tales hay que entender un espacio que no plantea un recorrido lineal, sino más bien es fruto de lo aleatorio, laberíntico, diverso y polifónico.

El objetivo es además, ampliar el imaginario femenino; pero, ¿cómo conseguir ampliar los límites, si no es a través de la obtención de datos estadísticos que refrendan unas hipótesis de partida?. Son las encuestas las que consiguen visualizar las diferentes opiniones de un grupo social. La hipótesis inicial se basa en cómo la construcción del imaginario social tiene su punto de partida en las designaciones que otorgamos a los individuos en sus particularidades. Se pretende tomar el pulso a una teoría: constatar la necesidad que tenemos de definir a los otros de manera que nos sea útil para posicionarnos en nuestras relaciones personales. El interés radica en no excluir de esa imagen aspectos que revelen la diversidad. Se trata de ampliar los calificativos que otorgan definiciones a un sujeto, de descubrir nuevos roles o estereotipos. Reivindicar las designaciones múltiples y rizomáticas entra dentro de la concepción del marco de lo plural como perspectiva de visión de lo social.

Se parte de la idea de que las identidades no nacen, no son esenciales, sino que se construyen. Ya Simone de Beauvoir articuló su discurso en base a ese lema que indicaba que la diferencia femenina es un producto cultural, una construcción social. Las designaciones ejercidas por parte de una cultura patriarcal han sido constantes. Lo restrictivo de los roles que las mujeres debían asumir para ocupar un lugar en la sociedad que ellos han configurado (madre, hija, esposa o puta), no dejaba margen de maniobra. Como respuesta, ha habido intentos para construir una definición ampliada del ser humano, como apunta Linda Nochlin, no definido por concepciones previas, andrógino, no programado para alumbrar ninguna imaginería específica. La construcción de la identidad debe permitir un margen amplio a la evolución y el cambio permanente. Se requiere crear representaciones visuales que sean capaces de visualizar la diversidad y de oponer resistencia a las categorías restrictivas que la cultura ha generado en la supuesta iconografía de lo femenino. Sucede que antes de definirnos nos definen.

Toda etiqueta, corriente o denominación que intente definir a un grupo de individuos resulta esquemática y engañosa y distorsiona lo singular. La gran tarea feminista es terminar con esas "designaciones ilegítimas" que definen lo que es propio de un sexo y reclamar la individualidad para eliminar los estereotipos genéricos.

Las imágenes tomadas en las acciones desarrolladas en Nueva York, para el video “Situations, or how to fill the voids between people”, 2010, pretenden documentar variaciones en los usos y en los comportamientos de los individuos que transitan por la ciudad, a veces solos, o a veces en grupo. Se advierte una masa de individuos uniformada por los hábitos y rutinas y tremendamente ensimismada en los papeles o roles que cada uno desempeña en el marco de lo social. En la globalidad del espacio público advertimos cómo los individuos se mantienen en el anonimato. No contienen en principio atributos ni han sido calificados por ningún otro. Es sólo en nuestras relaciones más cercanas cuando visualizamos y atribuimos adjetivos que intentan definir al otro por comparación, por competencia o por rivalidad.

Las identidades se definen en gran parte a través de la mediación de los demás. Son construcciones en precario, que no atienden a verdades absolutas, pero que nos ayudan a situarnos en mapas, obligándonos a definir nuestra posición y localización. Nos descubrimos en la necesidad de identificar a los individuos a través de sus rostros. Desde sus fotografías señalamos rasgos que en apariencia los definen, pero que en el fondo nos informan, no de lo concreto, sino más bien de imágenes desnaturalizadas a través de lo digital. Paisajes humanos que nos hablan de una generalidad. Obsesivas referencias a un orden impuesto a través de repetidas taxonomías nos conducen a la única posibilidad de llegar al conocimiento en su sentido profundo. Y en esa escenificada trampa descubrimos por azar, cómo lo diferente se detecta en la cercanía de los iguales.

* Texto extraído del catálogo “137 pasos y uno más” de Asunción Lozano para la Universidad de Jaén. Diciembre de 2009.

Instituto de América. Centro Damián Bayón.

Plaza de España, 2.

Santa Fe

Granada