Begoña Martínez Detell. Alfredo Álvarez Plágaro en la Galería Aural
Del 14 de mayo hasta el 25 de junio de 2011.
El artista Alfredo Álvarez Plágaro (Vitoria-Gasteiz, 1960) expone sus últimas series de Cuadros Iguales en la Galería Aural. Es su segunda individual en la galería pues ya en el anterior espacio de la calle Churruca en el 2004, presentó la primera exposición de Cuadros Iguales. En esta ocasión el artista presenta su último trabajo y cabría destacar la creación de una gran pieza concebida expresamente para el nuevo espacio de la galería.
Los Cuadros Iguales consisten en múltiples repeticiones de un mismo tema, pintados exactamente de la misma manera. Por ello contradicen nuestra noción tradicional de que la pintura debe ser una obra de arte original e irrepetible. La organización del lenguaje artístico a través de una dinámica de repeticiones, en vez del tradicional sistema de representación basado en la dialéctica de lo idéntico, como afirma el filósofo G. Deleuze en su obra significativamente titulada Diferencia y repetición, de la identidad y la contradicción, se va desarrollando históricamente según se moderniza el arte contemporáneo.
Plágaro dramatiza esta contradicción entre repetición y unicidad, y la adopta a varios niveles como el principio fundamental detrás de sus cuadros. Esto es tanto más sorprendente en cuanto que la pintura de por sí no es un medio técnicamente reproducible, al contrario que la obra gráfica o la fotografía. Cada repetición debe ser creada a mano, surgiendo de un proceso de pintura simultáneo. Cada cuadro es a la vez un original y una reproducción. Esta discrepancia inicia un maravilloso juego paradójico que arroja dudas sobre los criterios de juicios convencionales.
De modo interesante, la repetición, en vez de suspender el significado de los elementos individuales de trabajo, lo refuerza. La idea pictórica toma forma varias veces, dando lugar a un énfasis que un solo cuadro no podría lograr. La mirada del observador divaga de un cuadro a otro, comparándolos afanosamente, y así percibe más intensamente la versatilidad de la pintura, como las sutiles diferencias específicas de los elementos individuales. Estas diferencias no son incorporadas sistemáticamente, sino que surgen del proceso de pintar en paralelo. Plágaro no persigue aquí la representación de un tema pictórico, sino que toma la pintura en sí como sujeto.
El placer de repetir es la prueba de nuestra capacidad creadora y productora. Brancusi en su columna infinita experimentó la posibilidad de repetición justamente ad infinitum. El móvil de la repetición es ir a una nueva experiencia creativa y puede ser utilizada en la dirección de un apropiamiento estético, en busca de un conocimiento. (….) En esta línea de trabajo se anula por lo tanto el concepto del posicionamiento único del cuadro y del espectador, inherente de las composiciones pictóricas tradicionales, negándole así a este último una orientación clara y la seguridad de su visión habitual. Este juego entre trabajos individuales y repetidos, los puntos de vista múltiples y la versatilidad de las opciones de instalación deja atrás las reglas y las definiciones convencionales de una obra de arte clásica. (….)
Otro aspecto llamativo de los Cuadros Iguales es la variedad de maneras en que pueden ser presentados, cuestionando el principio de la composición pictórica clásica. Plágaro logra converger las formas, superficies y colores en un equilibrio tan finamente calibrado que sus obras no son gobernadas por un posicionamiento específico en términos de abajo, arriba, izquierda, derecha. Otra posibilidad de variación la ofrece la disposición de los elementos individuales. Los cuadros pueden colgarse uno al lado de otro, uno encima de otro, o como un bloque. Estas diversas opciones de orientación y colocación dan lugar a múltiples posibilidades visuales para cada obra individual, así como la mayor libertad posible al instalarlos.
Los Cuadros Iguales de Plágaro ponen de manifiesto opuestos tales como libertad versus normas, unicidad versus repetición, identidad versus diferencia, al tiempo que disuelve las jerarquías tradicionales. (….) El concepto de la originalidad, que tan esencial nos resulta para entender la pintura, al igual que la diferencia entre una copia y un original, se ve eliminado en el trabajo de Plágaro, ya que sus imágenes provocan y atacan directamente los principios de la obra de arte clásica y ponen en tela de juicio su exclusividad. (….) Klaudija Kosanovi? (“Plágaro/Plágiat/Plágiarism/Plágio/Plágioa” Edita Galeria m Bochum, Alemania, 2008/ Traducción de Mikel López).
El artista vive en la contradicción. Quiere imitar e inventa, quiere inventar y copia. Si los artistas contemporáneos aspiran a ser originales, únicos y nuevos deberían empezar por poner entre paréntesis las ideas de originalidad, personalidad y novedad: son los lugares comunes de nuestro tiempo. Octavio Paz (”Corriente Alterna” pag 21 1979).
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