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Eva Lootz inaugura una muestra en el Museo Patio Herreriano y en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid

Eva Lootz

La muestra titulada El reverso de los monumentos y la agonía de las lenguas se inaugura el 22 de febrero de 2020 a las 12:30

 

El papel de los monumentos a lo largo de la historia ha sido cambiante, desde sus comienzos fundacionales y sagrados - el lapis nigrum del foro romano sería el ejemplo – hasta convertirse en anzuelo para atraer el turismo de masas que, poco a poco, hace inhabitables a ciudades como Venecia. Pasó de los arcos de triunfo a las catedrales y de ahí a aportar los hitos en el Gran Tour del siglo XVIII, el despliegue de estatuas de héroes nacionales y príncipes de las artes en el XIX, y por la arquitectura fascista de comienzos del XX. Vinculado siempre a una estructura de Estado de corte imperial, pues los nómadas no erigen monumentos, esta exposición se pregunta ¿cual es el reverso de los monumentos?

Dejando aparte consideraciones sociológicas, lo que aquí se revindica como revés de los monumentos es la tierra en sentido literal, la tierra con sus arcillas, yesos, minerales, lodos y rocas; lo no diferenciado, lo no singularizado que todo lo contiene. La tierra, de la que los humanos han aprendido a extraer la pirita, la hematita, el oro, el manganeso, la mica, el cuarzo, el caolín, el carbón o el diamante.

España es un país especialmente rico en toda clase de arcillas, yesos y minerales, como demuestra el hecho de que los romanos aquí se abastecieron de oro, plata, plomo, hierro, bermellón y lapis especularis.

Las tierras que contienen hierro son en todas partes las más abundantes y desde tiempos inmemoriales se extrajo de ellas el óxido de hierro que ya sirvió a los habitantes de Altamira para pintar los bisontes.

De los tres conos que ocupan la Capilla de los Condes de Fuensaldaña, el rojo y el negro corresponden a óxido de hierro, mientras que el blanco es de tierra de caolín que se encuentra en la zona.

Se propone así una suerte de reverso de la idea de monumento, una re-visión de la narrativa convencional y un homenaje a las tierras de la Península.

En cuanto a la Sala Gil de Hontañón, reúne en sus paredes la mayoría de las “Lenguas” hechas a lo largo de los años, junto a una gran lengua de betún que ocupa el suelo.

Las “Lenguas”, en este caso, actúan de alegoría y amplían el tema, tanto a la desaparición de un oficio localmente importante en el pasado como fue la producción de la pez, como la desaparición de los idiomas de la población originaria de América Latina, cuyo destino quedó marcado para siempre por las disputas que tuvieron lugar en la ciudad de Valladolid.

Concretamente en el Colegio de san Gregorio, hoy sede del Museo Nacional de Escultura, donde se sitúa una intervención sobre la desaparición de las cosas, y donde en 1550 se enfrentaron, en memorable controversia, las opiniones de Bartolomé de las Casas, con las de Juan Ginés de Sepúlveda.

A los casi 500 años de la toma de Tenochtitlán por Hernán Cortés (1521) nos sorprende la abrumadora cantidad de lenguas en peligro de extinción en América Latina, hecho en gran medida desconocido, y sobre el que esta exposición quiere llamar la atención.