Galería Isabel Hurley. Exposición "Mundo Flotante" de Fernando Gutiérrez
Fernando Gutiérrez
Mundo flotante
Comisariada por Alfredo Aracil
Inauguración viernes 29 de septiembre de 2017, 20H
29 de septiembre - 18 de noviembre de 2017
Lo visible y lo invisible son dos fuerzas que desde la Antigüedad vienen peleando en el campo de batalla de la cultura visual -sí, la antigua Historia del Arte-. Lo que se muestra y lo que se oculta, en distintos modos y a través de distintas formulaciones, pero siempre de la mano de una política de la imagen que actúa como moral. Aunque en verdad, tal y como Fernando Gutiérrez muestra con este nuevo proyecto, este antagonismo es un terreno más poroso de lo que parece. No en vano, más que una brecha entre ambos polos se da una continuidad, una transferencia, una distancia que, ida y vuelta, hace imposible pensar lo que se ve sin lo que en apariencia no está.
Mundo flotante es un proyecto que muestra lo paradójico de una figuración doble. Por un lado, las corporalidades extraviadas y mutantes del universo de Fernando Gutiérrez, que nuestros ojos perciben en condiciones lumínicas normales, y, por otro, una serie de imágenes espectrales de naturaleza erótica que, pintadas con material fotocromático, solo pueden verse cuando la radiación ultravioleta incide sobre la estructura molecular de la pintura. Camuflaje, aunque en un sentido muy distinto al que opera cuando se da una saturación de gamas de color. Más bien una forma de desvelamiento conceptual que, de alguna forma, nos remite a la idea de un vacío habitado que el ojo, negociando con lo simbólico, nos devuelve.
La tradición de las imágenes Shunga o estampas del mundo flotante, una forma explícita de pintar escenas sexuales propia del Japón del siglo XVII, fue perseguida con la llegada de la era Meiji, a mediados del siglo XIX, debido a su supuesto carácter obsceno, contrario a la salud pública y la higiene que imponía la Modernidad. En el origen de esta investigación plástica sobre las contradicciones que construyen el juego de la mirada y el deseo de ver, esta forma de representar junto con sus usos sociales y circulaciones geográficas -no sólo una vez fue prohibida en Oriente sino también cuando penetra en la vanguardia cultural europea de finales del siglo XIX-, ha sido explorada por Fernando Gutiérrez en su elaboración de este mundo abismal de figuras (des)veladas.
Un nuevo giro de tuerca a las obsesiones habituales del artista, que en esta ocasión tantea una forma de erotismo para nada naive, sino inquietante, incluso turbio en tanto que capaz de transportarnos a una dinámica donde el placer es repetición y obediencia ciega. El sexo como “un lugar de horror, un agujero totalmente abierto, una cosa de una oralidad extrema, con una esencia incognoscible: un real, una erotología”. Que era como Jacques Lacan hablaba de la perturbadora imagen imaginada por Courbet, El origen del mundo. Antes de ser donado al Estado Francés, el cuadro estuvo oculto durante décadas en el domicilio del psicoanalista tras otra tela abstracta y un sistema de doble fondo que, diseñado por André Masson, permitía cubrir y descubrir la pintura. El trampantojo de las pasiones humanas, donde mirar es una forma de imaginar-se y poseer.
Alfredo Aracil