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La Galería Siboney participa en la feria Estampa con Dionisio González

Galería Siboney

Del 17 al 20 de octubre

Stand 1A13

Inter-Acciones 
 
 Dionisio González (Gijón, 1965) artista multidisciplinar afincado en Sevilla, reinventa el paisaje, los espacios y sus derivas sociales. Preocupado por los modos de habitar contemporáneos, las relaciones del hombre con el medio, y por el naufragio social, crea obras reactivas y propositivas. Ficciones que nos permiten imaginar nuevas alternativas, en las que conviven caos y belleza, conjuntamente con una fuerte carga conceptual y teórica que articula la posibilidad de crear un lugar mejor, más habitable. 
 La serie que presenta la galería Siboney, Inter-Acciones, en blanco y negro, muestra arquitecturas ficticias, inciertas y misteriosas que aparecen injertadas en entornos heterogéneos. Reflexiona sobre el abandono y la interacción de la naturaleza con el aparato arquitectónico. 
 
 La serie se origina en 2001, año en que realizó una pequeña serie que ya denominó Inter-Acciones. Se trataba de imágenes donde planteó por primera vez un encuentro imposible entre arquitecturas precarias y naturaleza.  
 Doce años después vuelve a retomar esta idea para plantear un conjunto nuevo qué parte del mismo origen pero que es sustancialmente distinto. 
 Las estructuras inacabadas de antes, se han convertido ahora en misteriosas casas aisladas situadas en hábitats dispares. Ante ellas da la sensación de que nos encontramos en un futuro indeterminado contemplando con extraña curiosidad habitáculos inesperados que acabamos de descubrir. 
 Toda arquitectura cautiva, pasa por un proceso de detenimiento debido a que sus conductos o su contexto se invierten en una economía improductiva. El ajamiento, la desfiguración son propiedades de la arquitectura, de su expedición 
y sus prácticas. La particularidad de estas edificaciones es que no presumen o no relacionan una órbita inmediata con las ciudades, luego no se conoce con exactitud a los culpables, a los agresores salvo a los agentes ambientales y a la movilidad social, ambos promotores de una cultura de la urgencia. Toda arquitectura cautiva es condescendiente elabora y promueve un estado cercano a la inspiración, decía Kevin Lynch que podrían facilitarse mapas turísticos de desechos locales, ruinas y restos. En definitiva, porque la mella, la avería, la decadencia y lo insólito modelan formas fantásticas de atracción. 
 
 El hecho de que las construcciones de esta serie se encuentren sobre pilares o esbeltos machones de hormigón armado sosteniendo un plano horizontal estructural y quedando la planta baja exenta tiene un sentido lógicamente constructivo, pero también simbólico. Por un lado combaten el entorno y sus irregularidades, estructuran plantas vacías sin erosión pero con corrientes y flujos, permiten la función del mirador; por otra parte estatuyen un lenguaje de aprobación y merecimiento con el entorno, son saludables; es decir, no son ilegitimas, se interpolan desde sus postes o zancos sin viciar, sin corromper y adulterar el paisaje.  
 Entre estas arquitecturas alzadas se encuentran formas elementales y ejercicios de construcción más complejos, en ocasiones desagraciados, en otras imponentes, su consistencia, sin embargo, es siempre porosa, esponjosa. Si como señala Enric Batlle los jardines domesticaron la naturaleza para el ocio y los parques la introdujeron en las grandes ciudades, la naturaleza se encuentra en esta serie neoruralizada: plantaciones, alineación de carreteras que dividen espacios, que provocan fincas de rentabilidad nula, bosques marginales y elementos industriales que ayudan a estructurar el paisaje. Todos ellos son los espacios de confrontación, del arraigo y el barreteo.