Guillermo Simón | "Las flores del agua". Inauguración en Galería Gema Llamazares
Del 16 Marzo al 30 Abril
Instituto 23. Gijón.
Abierto de lunes tarde a sábado
De 11.30h a 14.00h y de 17.30h a 21.00h
Sábado tarde: Cita previa
EL ALMA SIMBOLISTA EN EL LENGUAJE DE LA ABSTRACCIÓN CREADORA
El carácter romántico-simbolista ha estado siempre latente en la creación plástica de Guillermo Simón, y sobre esa subyacente premisa su pintura ha ido avanzando hacia el lenguaje de la abstracción creadora, aunque como ya comenté con motivo de su última exposición, "Geografías del mar" en la Fundación José Cardín, sin perder nunca hasta ahora la referencia objetiva. En aquella exposición, que estaba protagonizada por el mar como lo había estado siempre su obra, el artista enfatizaba, sobre la permanente condición romántica, el gesto expresionista, para describir la naturaleza desenfrenada de los rompientes oleajes de un mar embravecido.
Ahora, Guillermo Simón realiza un giro tan arriesgado como artísticamente estimulante en su pintura, no solo en el tema sino en su tratamiento, sin que eso signifique cambio alguno en su reconocible estilo: ha llevado la pintura a aguas más tranquilas, estancadas porque el estanque es el lugar en el que viven, flotantes y hermosas, las flores del agua. Y, claro, el pintor debe abandonar para ello el gesto de la pintura de acción, que en algunos aspectos hacía recordar a Pollock, para ensimismarse, con una poética artística intensamente subjetiva, en la evocación de sensaciones y emociones que el motivo le produce, y hacerlo creando un hermoso tejido plástico cuyas formas y colores, estando cercanos a la abstracción, son inequívocamente simbolistas. No debemos olvidar que fueron precisamente los simbolistas, antes y más que impresionistas y postimpresionistas, los que con sus grandes áreas de color sobre superficies planas prepararon el camino a la abstracción lírica. Pienso que si Redon o Gauguin pintaran hoy, pintarían estas flores de parecida manera.
Cuando en la imaginación y la fantasía pictórica de Guillermo Simón tomaron cuerpo las flores del agua, flores solitarias y de melancólico romanticismo - nadie olvida un cuadro de culto como el "Ofelia" del prerrafaelista John Everett Millais- le llegó el inevitable recuerdo del último Monet, cuando también tenía alma simbolista, y pintaba para el futuro. Sobre eso el tratadista, crítico y profesor de arte Louis Finkelstein, escribió cuando ya había comenzado la revisión crítica del maestro: "No hace muchos años, Monet se consideraba cosa muerta para la mayoría de los pintores abstractos. Y sin embargo ahora esas delicadas "Nympheas" son consideradas por todo el mundo como recién salidas de un estudio neoyorquino". Tal podrían parecer los cuadros de esta exposición.
Las flores de Guillermo Simón no son nenúfares sino violetas, también llamadas pensamientos o viola tricolor, pero lo que le da a su pintura esa apariencia de modernidad a la que Finkelstein aludía, a propósito de las intuiciones de Monet, es ese lenguaje de la abstracción creadora al que al principio me refería y que tiene más que ver con la neoabstracción que con la abstracción clásica, formalista o de sublimidad autorreferente. Abstracción redefinida, adjetivada, en la que el motivo puede permanecer y el lenguaje tiende al eclecticismo y la fusión.
Esta pintura responde plenamente a una de las mejores y más sencillas definiciones del arte a lo largo de la historia, el cezanniano "la naturaleza vista a través de un temperamento". A partir de ahí Guillermo Simón concibe su nueva obra de otra manera en cuanto al carácter plano que anula la espacialidad, la configuración del espacio propiamente pictórico y la función del color, ganando en complejidad y riqueza semántica. Las formas aumentan en intensidad y sugestión plástica cuanto más se alejan de la representación literal del motivo, las funciones del dibujo y del color se independizan y triunfa gloriosamente el color cuando desborda los límites de la forma extendiéndose en áreas de fusión cromática, hermoso tejido multicolor, móvil, traslúcido, acuoso. Flores o formas abstractas coloreadas, como modernas superficies matissianas, flotando en el imaginario espacio pictórico. Un muy bello espectáculo de pintura en el que cada trozo de un cuadro puede ser motivo de emoción plástica por sí solo.
Rubén Suárez