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Se prorroga "YO SOY OTRO TÚ. Obras de Nadín Ospina", comisariada por Isabel Durán en el Museo Nacional de Antropología

Isabel Durán

Hasta el 18 de octubre de 2020

Con esta exposición, el artista colombiano Nadín Ospina (Bogotá, 1960) nos cuestiona: ¿cómo nos vemos?, ¿quiénes creemos que somos?, ¿en qué basamos nuestras diferencias y semejanzas con los demás?, ¿cuáles son las líneas que de nen nuestra idea sobre nosotros mismos?

Tratando de objetivar una reflexión acerca del Otro se hace imprescindible pensar en nosotros mismos. En esta ocasión, introduciremos el pensamiento artístico como forma de acercamiento al yo. A ese yo que nos hace iguales y diferentes a los demás. A ese yo enriquecido que conforman las diferentes culturas.

El filósofo Michel Foucault, pensando en nuestra sociedad occidental, nos muestra cómo es imprescindible relativizar los conceptos de lo normal y lo anormal. Aporta una visión completamente diferente de la sociedad, que nos ayuda a introducir el tema de esta exposición. Él se pregunta cómo actúa el saber para gestionar el poder, y cómo el poder dicta lo que es normal y lo que no lo es. La persona normal tiene poder sobre la anormal. La normalidad es excluyente. Normalizar implica dar unas indicaciones a un cuerpo y definir algo por su opuesto. Nuestra sociedad contemporánea occidental, siempre según él, basa su lógica en esa relación de micropoderes que facultan a unos sobre otros.

La diversidad de culturas es el patrimonio de la historia de los seres humanos, pero al tiempo ha generado las peores formas de destrucción por las voluntades de exclusión y poder de unas culturas sobre otras. Las páginas más dolorosas están en el capítulo de la identidad y de la diferencia. Las más bellas y nobles también guran en esa parte del libro de nuestra historia. En el siglo XX, los avances de la ciencia, que corresponden habitualmente a las sociedades encajadas entre las más fuertes, se relativizaron al comprender su poder destructor. La idea de los llamados pueblos primitivos versus sociedades avanzadas entró en crisis. Los primitivos no destruían el entorno, no perturbaban el equilibrio de la naturaleza consumiendo recursos que no se renuevan...

Hasta ese momento, la Antropología se dedicó a estudiar al Otro identificándolo con el no occidental. Pronto una corriente de pensamiento importante comenzó a ver que las sociedades debían ser estu- diadas desde un punto de vista diferente, y Otro ya no era sinónimo de ‘no occidental’. Otro pasó a ser aquel que nunca fuimos, ni somos, ni seremos, o quizás es lo que no queremos ser. Cuánto más lo exploramos y más nos conocemos unos y otros, más sabios nos hacemos. Reconociendo y valorando la existencia del Otro, exploramos nuestra propia identidad.

Esta exposición de Nadín Ospina es una especie de ltro a través del cual el visitante se ve forzado a pensar en sí mismo, a reconocerse como parte de una especie y de una realidad compartida. Se activará en él el verso que escribió Octavio Paz en el poema Piedra de sol: “Juan amanece con su cara de Juan, con la cara de todos”.

Hoy en día, la Antropología estudia la sociedad de ayer y de hoy, las relaciones entre pueblos, culturas y sociedades. El gran antropólogo Claude Lévi-Strauss acuñó el concepto de diversidad cultural, refiriéndose a la convivencia de diferentes culturas, y el de multiculturalidad como el derecho a convivir y a respetarse entre formas de vida distintas. Habló de cómo las culturas se constituyen por una serie de unidades de información estructuradas que residen en el cerebro. Las culturas diferentes no son más que formas de comprender nuestra realidad de maneras distintas. Esto es: existen unas culturas que dan sentido a su existencia a través de un pensamiento mágico, creando mitos, y otras que tienden a explicaciones más racionalistas. Según se combinan las formas de sentido adquieren una proyección u otra. Las diferencias entre los seres humanos no son más que éstas y, desde luego, constituyen una manera de enriquecer nuestra especie. Para Lévi-Strauss, el ser humano se relaciona con su entorno a través del pensamiento y no por un sentido de supervivencia puramente animal. Así, el análisis de las diferentes culturas se debe abordar como el análi- sis de diversas formas de pensamiento.

Una inmersión en el sentido profundo de la Antropología es la clave que hace falta para que el objetivo último de esta muestra se cumpla. El hecho de que se presente en el Museo Nacional de Antropología no es una mera circunstancia de conveniencia. El museo es un referente en la re exión sobre el ser humano desde un punto de vista integral, y es precisamente esa óptica la que queremos re ejar: mirar a los seres humanos como tales en toda su amplitud, y hacerlo a través del arte, que es en nuestra cultura la experiencia de la vida trascendida. En este caso, a través de la obra de Nadín Ospina.

Ospina nos propone encuentros que, por inverosímiles que parezcan, suponen una confrontación como personas y como sociedad con nosotros mismos: nativos americanos, monstruos, seres precolombinos, alienígenas... Reunidos todos en el mismo territorio, en la casa de la humanidad. Quienes acuden a la muestra, se miran y conviven en un mismo espacio. Yo, tú, él..., es el museo de los pro- nombres enlazados. Un espacio propicio para encuentros fascinantes, cargados de ironía, crítica y humor.

La muestra se propone como una interacción dinámica entre objetos de la colección del museo, piezas audiovisuales documentales y elementos artísticos, que establecen un diálogo entre ellos mismos y el público.

A través del arte, la exposición establece canales de nuevas percepciones sobre el objeto de estudio de la Antropología: todos nosotros, planteando preguntas necesarias en nuestra sociedad.

Isabel Durán
Comisaria de la exposición