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Informe 2018 País Vasco y La Rioja

País Vasco y La Rioja

Presidencia: Juan Aizpitarte

En Gipuzkoa las labores de Diputación en renovar sus ayudas y subvenciones continúa con la participación del consejo de las artes. De ellas estoy participando activamente tratando los temas de mecenazgo, patrimonio, fiscalidad del artista etc…

El centro Koldo Mitxelena de la Diputación sigue su curso sin una dirección concreta. Se suceden los proyectos de la sala de exposiciones que parecen ondular entre necesidades políticas y propuestas institucionales. Se prevé un cierre temporal para una reforma integral del edificio, con cierta sensación de incertidumbre sobre que tipo de actividades se llevarán durante el proceso. Existen proyectos de activación del espacio pero hay ciertas reticencias a lanzarse a un proceso integral de transformación vinculando a los artistas y a la sociedad.

Tabakalera está a pleno rendimiento y parece que se estabiliza su mecánica siguiendo la línea de programas de Arteleku y de nuevas generaciones de artistas internacionales. La ciudad ve el proyecto como un desconocido, pero los sectores especializados acuden a las citas concretas que les interesan. Su principal atractivo es el de traer a personas importantes de la cultura internacional. Por otro lado, al igual que las demás instituciones consolidadas, no apuesta por nutrir el entorno local y se mantiene como el proyecto cultural más importante de la ciudad. La sensación es que estas grandes infraestructuras luchan entre sí para sobrevivir con el mejor presupuesto, sin colaborar con el fin común de aportar todos los nutrientes al ecosistema cultural.

Se inauguran nuevas infraestructuras como “K Bulegoa”, centro de información y ayuda, o el “Instituto de Arquitectura de Euskadi”, que sirven en cierto modo para legitimar aspectos de identidad cultural. Algunas nuevas galerías de formato emergente dan una sensación de recuperación del sector y las que se mantienen lo hacen con escepticismo.

Bizkaia se consolida con el premio Gure Artea a “Bulegoa” como plataforma independiente y “Eremuak” como motor de proyectos para artistas del País Vasco que residan principalmente en Bilbao. Nuevos espacios emergentes crean una trama interesante del paisaje cultural. EL Bellas Artes se re-activa con la llegada de Zugaza que pretende aunar en una nueva exposición la postmodernidad del entorno local. Tanto en el caso del museo de BBAA como en Alhóndiga, se nombran cargos de dirección sin pasar por convocatoria pública. La sensación es positiva, pero dentro, la percepción de los profesionales es de incertidumbre, tanto por las irregularidades como por la intromisión política en los programas culturales y la poca estabilidad de aquellas iniciativas que emergen de la urgencia. Los grandes proyectos culturales hacen sombra al tejido cultural local en recursos y en imagen. No se apuesta por lo local, sino más bien por lo que viene de fuera, provocando una dinámica de pérdida de recursos continua. En la calle se multiplican los proyectos emergentes con un éxito momentáneo y poca continuidad. Los proyectos que se mantienen al margen de la institución pero con subvención pública, se quejan de vivir al límite cada año, sin saber si el proyecto podrá seguir.

Álava se ve marcada por la dimisión del director del museo Artium y en su etapa de transición, antes de las elecciones, es aconsejada por tres miembros externos.

En el proceso de elección de nueva dirección hay que resaltar quejas internas en el concurso y un posible proceso fuera de los consejos de las buenas practicas del IAC. Desde la presidencia del País Vasco, se escribió una carta a cada uno de los miembros del patronato pero no se recibió respuesta alguna. Los colectivos extra-institucionales no participan en las actividades del museo, mostrando una imagen de antítesis entre cultura del museo y cultura de la calle. Hay una brecha importante entre dentro y fuera de la institución y marca un periodo de inestabilidad para los proyectos asociativos. Los demás proyectos institucionales como Krea/Montermoso/Amarica… viven una época de dificultades presupuestarias y presiones de intereses y reyertas políticas. Los demás proyectos viven de forma aislada y programan de manera independiente sin esperar ayuda. En este sentido hay un montón de iniciativas muy interesantes como el Festival Mazoka de ilustración, Garaion, Mugako, Artgia, Sleepwalk Collective, Sumendi, Orainaldian, Errekaleor, Hala Bedi, Helldorado.

 El plan integral de la cultura se ha presentado sin que haya aparentemente una repercusión real del mismo.

En La Rioja se celebró un año más la feria de escultura contemporánea Sculto. Este año el IAC participó de manera activa formando parte de los jurados y con un espacio propio en la programación. Esta feria, dirigida por Beatriz Carbonell, socia del IAC, es uno de los principales activos del arte contemporáneo en La Rioja. El museo Wurth tiene una actividad artística contemporánea interesante pero opera como un ente aislado de su contexto. La sala Amos Salvador con la dirección de Susana Baldor, va retomando el rumbo de este espacio mítico de Logroño. La galería La Lonja trabaja bien aunque de forma precaria. La cultura es casi anecdótica desde su espacio institucional y político, al no ser consejería sino una dirección general que además es compartida con turismo, y eso repercute directamente en su presencia en la vida social.

Conclusiones País Vasco:

 

1. No hay un plan de colaboración institucional en la cultura. Cada institución vela por sus intereses y esta competición interna afecta a los intereses comunes del ecosistema cultural. Y en el caso de que haya un plan no se lleva a cabo, ya que los intereses parciales sopesan la conciencia de los intereses colectivos. El vaivén político afecta directamente en este sentido, desprotegiendo la estabilidad de los proyectos importantes.

 

2. La cultura se entiende básicamente como espectáculo, que ofrece más posibilidades a un turismo des-estacionalizado. En esta óptica se opta por programas populares que atraigan a un turismo general de fin de semana, dejando a un lado las necesidades intelectuales de los ciudadanos y del sector especializado.

 

3. Hay una confusión entre las inversiones culturales y su retribución a la sociedad a través de indicadores de servicios y turismo. Todas las inversiones en infraestructuras culturales, basan su éxito en indicadores de número de asistencia, pernoctaciones y hostelería. No se valoran otros indicadores como patrimonio inmaterial, capital simbólico o capital relacional.

 

4. No se respeta la convocatoria pública en el nombramiento de dirección y/o equipamientos de museos. Y cuando se hace un proceso en aras de la transparencia, se utilizan estrategias políticas para saltarse los procedimientos planteados. Se confunden los cargos de confianza con los cargos de dirección. Dicho de otra manera, la política es muy vinculante en la cultura.

 

5. El arte se percibe como una disciplina con muy poco valor en la sociedad a pesar de sus grandes infraestructuras. La educación elimina paulatinamente las humanidades de sus programas. Las retribuciones a creadoras y artistas siguen sin llegar a los mínimos aceptables. Los medios públicos reducen su espacio a la cultura en periódicos, radio y televisión.

 

6. La relación entre los grandes equipamientos y sus ecosistemas colindantes, no es de simbiosis sino lo contrario. En la medida que se concentran los recursos y espacios  culturales, la iniciativas privadas se ven menos reconocidas dentro de estas firmas y toman distancia. Al mismo tiempo los recursos destinados a estos megaproyectos no llegan a nutrir el tejido artístico sobre el que se implanta.