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Galería SIboney inaugura "Maderas de oriente"

Galería Siboney

En el Centro de Estudios Lebaniegos de Potes

 

La falta de higiene, la vida en cuevas húmedas y frías; en invernales, compartiendo el calor y el espacio con los animales; ocultándose en refugios  improvisados, en zulos de casonas familiares o escondidos  en pajares de casas de enlaces; caminando  semiocultos  en las sombras de la noche, entre las carrascas, por senderos estrechos por los que solo transitaban corderos  y cabras; atravesando  barrancos, crestas y collados; durmiendo agazapados entre matorrales,  los "huidos al monte" desprendían  un penetrante olor a sudor, a hoguera, a animal furtivo,  que comprometía seriamente  su seguridad.  Sus enlaces, además de alimentos, tabaco  y coñac, les proporcionaban Maderas de Oriente, una colonia de intenso aroma muy popular  en los años de la posguerra,  con la que se rociaban  el calzado para evitar que los sabuesos los localizaran y  así poder sortear los cercos a los que la Guardia Civil les tenía sometidos.

 

Los maquis, resistentes en la España franquista  de posguerra,  también  conocidos  y popularizados por el régimen como "bandidos",  "forajidos", "ladrones"  y  "malhechores",  se formaron a partir  de la unión de excombatientes huidos para salvar sus vidas y guerrilleros de ideales románticos decididos  a luchar por la libertad,  evadidos  de campos de concentración, cárceles y batallones  disciplinarios.

 

En los primeros  tiempos  fundaron  sus esperanzas en la convicción de que, gracias al apoyo exterior  y a la oposición  de las potencias  internacionales,  la dictadura  de Franco no sobreviviría  mucho tiempo. Durante  varios años, mantuvieron una considerable actividad organizados  en agrupaciones,  brigadas  y partidas,  ocultos  en los montes  de Cantabria,  Asturias, León, Galicia y otros muchos puntos  de España. Transcurridos  unos años, descartada  la intervención aliada y sin el apoyo del Partido Comunista  en el exilio, el régimen se fue consolidando a la vez que se intensificaba una guerra sin cuartel contra  los hombres  del monte, generando una atmósfera  de terror  entre sus familiares y colaboradores que tenía como objetivo último  y a cualquier costo,  lograr el exterminio de todos  los focos de resistencia armada.

 

Abandonados a su suerte, su futuro  se volvió incierto  en unos montes  otrora  familiares y ahora convertidos en frontera  entre la vida y la muerte, donde la supervivencia  cotidiana  gravitaba  entre el valor, la lealtad, la traición,  las pesadillas  y el aliento de la muerte. Quebradas sus vidas y sus sueños, recorriendo comarcas y pueblos de los que eran oriundos  con la sola ayuda de algunas personas solidarias, se vieron obligados  a recurrir  a métodos  de delincuencia  común como robar, asaltar y secuestrar a caciques, falangistas y personas afines a la dictadura  para poder sobrevivir.  Diezmados, vulnerables, cada vez mas dispersos, padeciendo  la pesadumbre de las frías noches y la angustia de la soledad, más que guerrilleros  republicanos o resistencia antifranquista devinieron  en un puñado de hombres perseguidos  y acorralados  por las batidas de la Guardia Civil y la ayuda de las contrapartidas. El movimiento guerrillero  se había convertido prácticamente en una suerte de suicidio. Muchos de sus miembros  fueron cayendo  en emboscadas y sus cadáveres fueron exhibidos  ante el pueblo  a modo de advertencia;  otros, los que pudieron,  lograron  escapar al exilio, algunos optaron por entregarse  a las autoridades, los menos prefirieron continuar  hasta morir con las armas en la mano.

 

Maderas de Oriente es un proyecto que se compone,  más que de imágenes, de paisajes que trascienden lo visual, que poseen la  peculiaridad de haber sido espacios inocuos en los que transcurrieron  episodios que los dotaron de  singularidad;   lugares banales puestos en valor como verdaderos  testigos  de un pasado en el que sucedieron  acontecimientos destacados  o trágicos  que los hacen únicos, con una intensidad  especial derivada  del peso de la historia  y la política, un recorrido por una cartografía muy precisa centrada  en el Norte de España.

 

Son fotografías  hechas desde el silencio, buscando una luz tenue, difusa -tan del Norte  en días de cielo cubierto-, que quiere transmitir  las sensaciones que generan las huellas de unos acontecimientos que hablan de ausencias y de vacíos, de amaneceres sin esperanza, de oscuridad  nocturna,  de un pasado aún visible que tiene que ver con la vida y la muerte  de unos protagonistas que no aspiraban a ser mártires  y que han pasado a pertenecer a la memoria colectiva  de una guerrilla rural que estérilmente luchó contra  la dictadura  franquista,  el Maquis.

 

Agustín López Bedoya