Jacobo Gavira invitado a la mesa de Espacio Valverde

Resulta paradógico que en la ejecución de la pintura se interponga entre la mirada y la superficie un velo difuso, viscoso, un espacio que es necesario atravesar con el propio pincel, para llevar de la mano al ojo e introducirlo allí, y tratar de mover la pintura en este lugar inóspito, sagrado... y dándo palos de ciego, tratar de buscar las luces, las sombras y las grietas. allí, dónde el ojo no ve y el cuerpo (la mano) indefensa, queda a disposición de las propias embestidas. Parar, templar y mandar ¿será la pintura el registro mismo de estos sucesos? ¿ese velo viscoso y difuso es una superficie que los pintores anhelamos librar finalmente para acceder a una mirada más transparente? Entrar para mirar, salir para ver. Después de 30 años sigo haciéndome preguntas muy sencillas por las que trato de transitar a través de la pintura. Mesa-gabinete de registros / sucesos pictóricos en la intimidad del pequeño formato.