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Sema D´Acosta comisaría: Viaje de vuelta a Flandes Una exposición en cuatro capítulos / Capítulo II: Carlos Aires

Carlos Aires

Capítulo II: Carlos Aires

Este barco se hunde conmigo dentro...Pero sé nadar

Del 5 de octubre al 1 de noviembre de 2013

Galería LA NAVAL (Cartagena, Murcia)

Este barco se hunde conmigo dentro… Pero sé nadar

Yo no puse una pica en Flandes pero allí dejé muchos sueños, experiencias y amigos.

Aterricé en Holanda con 24 años y un pelazo negro que heredé de mi padre… regresando de Amberes catorce años después calvo como mi abuelo.

Ahora llevo en Madrid casi cuatro. Esta aventura “flamenca” fue maravillosa.

Me gustaría ser capaz de transmitir lo que todos estos años han supuesto en mi vida pero me es simplemente imposible y tampoco quiero aburrirte con historias que seguramente sólo significan algo cuando se han vivido. Sobre todo quiero destacar el hecho de haber podido continuar estudiando y trabajando en lo que más me gusta.

Mientras viví allí, siempre tuve la sensación de que había intercambio, movimiento y oportunidades como resultado del trabajo e investigación en el taller. Gracias a ese trabajo conseguí alguna beca, ejercí de asistente de varios artistas o como montador en uno de los mejores museos de Holanda. Mi estudio y el de otros artistas eran lugares de encuentro (a menudo me llamaba alguien para pasar por el taller y charlar un rato). También me dieron uno de los premios nacionales belgas más importantes sin ser de allí.

No cuento esto con arrogancia ni fanfarronería, pero ahora que he vuelto a España me doy cuenta de lo lejano que estamos de esa manera de entender y vivir el arte.

Me sorprende que durante estos años en Madrid mi taller sea un lugar donde sólo asoma la cabeza algún amigo cercano o contada excepción. A veces me pregunto si en este país hay alguien a quien le interesa lo que hago, lo que hacemos los artistas.

Pensé que esto sólo me ocurría a mi porque llevo poco tiempo en Madrid, pero al hablar con otros artistas que llevan mucho mas tiempo aquí me contestan: “esto es así”. No soy huraño ni me miro el ombligo, y creo estar al corriente de lo ocurre en la ciudad aunque sea imposible ver todo lo que me gustaría. Intento que la curiosidad me siga regalando grandes sorpresas porque me parece que aquí hay artistas de una calidad impresionante. Quizás ando

despistado.

Lo peor de todo esto es que, sin darme cuenta, cada vez invito menos a nadie al taller y me encierro mas con mis fantasmas porque tengo la sensación de estar pidiendo un favor (cuando la intención es la contraria). Es fácil convertirse en lo que uno critica. Entonces intento que el desanimo no me golpee y me niego a pensar que hacer las maletas sea la única solución.

Lanzo esta pica no en Flandes sino aquí, en Madrid, en España. Me gustaría pensar que este sistema artístico nacional que llevamos años viendo hundirse podría ser otro, pero el cambio tiene que venir desde dentro.

Esto no es un llanto porque soy consciente de que cada gota acelera el naufragio.

Señoras y señores ¡¡¡empecemos a achicar agua!!!

Carlos Aires, octubre de 2013

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Viaje de vuelta a Flandes es un proyecto singular que propone una exposición colectiva distinta a cualquier otra, una muestra sui géneris que se rebela contra los convencionalismos establecidos en torno al modo de exhibir arte contemporáneo en España. De hecho, su esencia precisamente es ésa, aprovechar estas particularidades para desarrollar algo absolutamente distinto a otros modelos conocidos, un encuentro entre artistas plásticos donde la participación de cada uno, al igual que en una representación teatral, se organiza en función del tiempo y no del espacio.

Modo de funcionamiento.

La exposición se divide en cuatro intervalos y cada uno de los artistas se responsabiliza de un periodo, cuya duración aproximada es un mes. Para cada uno de los capítulos tienen plena libertad con la única condición de retomar algo del autor que le precede. Puede ser una idea, un objeto, una foto, un dibujo, una conversación… Sencillamente, participan con una colaboración independiente e individual a partir de un orden determinado de antemano, con la obligación de aprovechar algo del proyecto anterior para realizar el suyo propio. No se trata tanto de un cadáver exquisito al modo de los surrealistas, sino más bien algo contemporáneo parecido a un spin-off de una serie de televisión donde a partir de los mismos protagonistas resultan comedias diferentes que han virado su punto de vista para renovar los contenidos y el modo en el que el espectador entiende cada personaje, que pasa de ser secundario a principal. La clave está en encontrar un hilo conductor que vaya de un sitio a otro según las inquietudes de los artistas, procurando que cada capítulo mantenga una unidad argumental en sí mismo al mismo tiempo que prolonga la continuidad con los demás.

En esta forma orgánica de plantear la exposición subyace un guiño intencionado vinculado con la Región de Murcia, un matiz -de alguna manera irónico- que no pasa desapercibido para aquellos que conocen la historia del arte contemporáneo de los últimos años en esta comunidad autónoma. De enero a diciembre de 2010, la Sala Verónicas acogió el Proyecto Dominó Canibal comisariado por Cuauhtémoc Medina, una propuesta experimental de alto presupuesto y grandes miras parecida en su desarrollo a la que ahora llevamos a cabo, que finalmente resultó fallida. Entre otros motivos, porque era una apuesta grandilocuente e inflada de modo artificial que no logró implicar a los artistas ni establecer vínculos reales con ellos.

Nuestro proyecto aun compartiendo una dinámica similar, es justo todo lo contrario: una manifestación de mínimos en un lugar minúsculo que reivindica que lo importante de verdad son las ideas y no el modo en que se revisten, optando primero por empatizar con el entorno y luego, una vez establecida una verdadera complicidad, hacer crecer las propuestas amarradas a la realidad y no al margen de ella.

Argumento.

El punto de partida que vamos a usar como referencia para iniciar esta andadura es la exposición Insomnio que plantearon juntos Ángel Mateo Charris, Gonzalo Sicre y Martín Lejárraga en La Conservera (Murcia) durante el otoño de 2011. Al igual que en nuestro proyecto, aquí también un grupo de artistas desarrollaron una iniciativa creativa en común. Como ellos son los responsables de LA NAVAL y lo que realmente valoramos como fundamental de esta historia es el factor vivencial… que mejor manera de compartir esta experiencia con ellos que reemprender algo que les incumbe de modo tan directo.

La idea que motiva Insomnio se inspira en la figura del pintor belga Leon Spilliaert, un personaje misterioso y atormentado que nació en la ciudad flamenca de Ostende a finales del siglo XIX. Durante una visita conjunta al Museo de Arte Moderno de Bruselas hace más de una década, Charris y Sicre descubrieron sus lienzos y quedaron atrapados por el magnetismo que desprendían sus imágenes, una atracción que les ha llevado a volver en numerosas ocasiones hasta esta pequeña localidad costera para intentar comprender, a través de los sitios donde vivió, el silencio triste que rezuma su obra, una atmósfera densa que vibra entre el dramatismo y la melancolía. No es la primera vez que estos dos amigos se embarcan en una empresa común que rastrea las huellas de un artista por el que sienten predilección. En 1995 viajaron juntos hasta Estados Unidos para adentrarse en las profundidades de Edward Hopper. De aquel episodio nació un libro y una exposición a modo de homenaje. Quince años después repitieron aventura pero ahora en Bélgica, buscando en las sombras de Ostende las claustrofóbicas escenas nocturnas de Spilliaert, que vagaba por sus calles tras la puesta de sol azorado por un insomnio perpetuo que le impedía descansar.

Insomnio es un pretexto para que los artistas retomen algunos aspectos de este proyecto, sin centrarse obligatoriamente en su argumentación. Lo importante no es tanto la figura de Leon Spilliaert o la interpretación que hacen de él Charris y Sicre a partir de sus angustias personales, una idea que les incumbe a ellos y a su modo de entender una experiencia artística. Es más enriquecedor que sus capítulos se motiven a partir de un nuevo viaje metafórico a estas tierras (de ahí el nombre de la exposición, Viaje de vuelta a Flandes) para generar una lectura que realmente tenga que ver con ellos. Igual que Charris y Sicre volvieron en repetidas ocasiones hasta Ostende para indagar en la figura de este pintor enigmático, Juan del Junco, Carlos aires, Jacobo Castellano y Miki Leal deben buscar en este pequeña región elementos que se relacionen con su modo de ver y entender el arte. Para el comisario, lo fundamental de Insomnio resulta el viaje, la investigación, la búsqueda, el descubrimiento, la vivencia… y cómo eso logra llevarse a un terreno propio convertido en exposición. Todo ello por supuesto, sin darle la espalda al difícil momento de crisis que estamos viviendo.

Sema D’Acosta