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Lidó Rico inaugura dos exposiciones en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca

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“TORMENTOS”

FUNDACIÓN ANTONIO PEREZ. CUENCA 4 OCTUBRE – 24 NOVIEMBRE 2013

Desde principios de los noventa, Lidó Rico inició una perseverante y violenta batalla con su cuerpo, una tenaz y angustiosa lucha. El artista murciano usa su propio cuerpo como modelo para la elaboración de sus piezas, zambulle y sumerge partes de su anatomía en escayola, hasta conseguir los moldes deseados que después traduce en resina de poliéster. Es un proceso difícil y lleno de protocolos que el autor ha de cumplir con una total disciplina, para preservar algo tan valioso como su propia vida.

En palabras del escultor, el hombre es blando y todo lo blando es caduco e incontrolable; su respuesta es la catalización de instantes, congelando situaciones consigue adueñarse del tiempo. Sus continuos desdoblamientos nos invitan a reflexionar sobre otro de los conceptos que comparte en su discurso: un hombre son todos los hombres, mismo envase pero distinto contenido; duplicándose a sí mismo nos reproduce a todos. El cuerpo como prisión y única salida de emergencia, la repetición se edifica como una continua toma de conciencia. El recorrido que Lidó Rico nos plantea en esta muestra es un espacio de alternancia donde sus piezas más recientes conviven con otras de anterior factura.

La obra titulada “Mute”, del año 2013, es una interminable secuencia de su propio rostro deformado por cremalleras cuyas bocas desaparecen quedando ocultas; esclavos del silencio, callados domésticos, que velan esperando un rescate que descorra su mutismo.

En “Tangentes”, una secuencia de cráneos se organizan en dos círculos, cada uno de ellos arrastra una historia personal que averiguamos al acortar distancias y espiar en su interior, inquietud por las ideas y su destino, presagios de un pasado que vence y no caduca.

En la serie “Flags” encontramos pequeños cráneos que se instalan en secuencias a modo de inagotables aldabas; minúsculas calaveras que engullen libros, planos de carretera, biblias, cabello humano, páginas de periódicos; son enanos contenedores temáticos, alianzas a modo de banderas, cuyo mástil es el atormentado personaje que las acompaña a su izquierda y que intercede en la narración, ofreciéndonos respuestas gracias a los tatuajes que supuran de su piel.

“Monocabinas” es el título de otra pieza que nos habla de la incomunicación, de la desesperación. A pesar de vivir en la sociedad más informada y globalizada que nunca, sufrimos un dramático aislamiento. Dos personajes confinados nos ofrecen las pistas necesarias para entender su difícil situación. Lo que desconocemos es si esperan que alguien los escuche a través del teléfono o, si ese visitante, desistiendo de su empeño, arrojó el auricular al no encontrar respuestas.

En la obra titulada “Pinchalíneas”, se demuestra la importancia y obsesión que Lidó Rico desarrolla hacia el objeto. En este caso, una antigua aguja es capaz de ser detonante de la trama y logra convertirse en hilo conductor de la obra. “Tormentos” es el título de una serie de torsos que completan este recorrido, autorretratos que salpican de color las paredes y guardan en su interior una turba de recuerdos, al igual que en “Sinfonier”, donde el rostro del artista es invadido y perforado por minúsculos cajones que exhuman y revelan secretos.

Lidó Rico habita estos espacios, disgregando una anatomía que magnetiza las paredes; nos conduce sin escapatoria hacia un terreno movedizo e inestable y, nos traslada a una realidad paralela, donde no existen certezas pero sí preguntas, muchas más que respuestas.

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“NAUTAS Y PRIVADOS”

MUSEO DE OBRA GRÁFICA DE SAN CLEMENTE. CUENCA 5 OCTUBRE – 24 NOVIEMBRE 2013

La exposición titulada “Nautas y privados” que Lidó Rico plantea para el espacio del Museo de Obra Gráfica de San Clemente nos ofrece una visión hasta ahora inédita de su producción artística por centrarse en el aspecto más “pictórico” de la obra del escultor murciano.

Lidó Rico nos habla de “Nautas y Privados” porque si algo tienen en común estas obras con las de su paralela producción escultórica, es la representación del cuerpo humano a través del suyo propio, a lo largo de los años el autor ha realizado diversas series de dibujos, collages y otras piezas donde aparecen referencias humanas suspendidas sobre distintas superficies, nautas que se sumergen y quedan atrapados en resinas, universos donde sus navegantes desarrollan discursos a modo de viajes sobre diferentes soportes. Privados, por su condición inédita, nunca antes han sido expuestos y han pertenecido hasta este momento a la más rigurosa intimidad del autor.

Este viaje comienza en el año 1991, con una serie de 18 dibujos de gran formato, donde surgen minúsculos personajes que literalmente hieren la superficie del soporte generando marcas a modo de estigmas que el autor consigue friccionando desde caucho a los elementos más dispares, como resultado estas obras nos ofrecen instantes de inquietud, siempre habitados, que se tensionan quedando suspendidos y congelados, vastos universos blancos donde los ingrávidos viajeros emergen hasta lesionar la superficie.

La serie titulada “Vertidos” del año 1996, consta de 16 collages sobre papel donde diferentes imágenes cohabitan junto a quirúrgicas quemaduras que se organizan quedando suspendidas gracias a las diferentes resinas que las aprisionan y engullen, de esa catalización surgen instantes anómalos consecuencia de los encuentros más fortuitos.

Del año 2012 son las tres piezas tituladas “ 99 Disparos”, donde minúsculas siluetas aparecen encapsuladas en resina, personas aturdidas que huyen pero no escapan del golpe, de la descarga, la materia se encarga de atrapar el delito en el preciso instante de la ejecución, el espectador se convierte en un francotirador porque Lidó Rico lo obliga a ajustar las distancias respecto a la obra, lo coloca en la mirilla del fusil y es sólo a través de ella donde podrá adivinar el destino de las personas que aparecen alineadas en los pequeños contenedores, depósitos de inquietud que se desdoblan desequilibradamente.

Las series más recientes, del año 2013 son las tituladas “Ruinas” y “Megaman et homme volant”, ambas comparten el uso de esferas de cristal, elemento característico que aparece incrustado en su producción escultórica y que esta vez aparecen sobre diferentes soportes, el autor juega con las distancias, reta de nuevo al espectador a contemplar la obra desde diferentes planos, el más lejano nos ofrece una percepción dichosa que se desintegra en el plano corto, porque al acercarnos descubrimos un paisaje asolado, exterminado, en estas piezas, la felicidad, lo grato, lo dócil, los paseos aéreos no dan lugar a refugio porque suponen la antesala de la devastación y la pérdida.